Empieza a ser ya un asunto preocupante: cada vez más padres y, especialmente más madres, son víctimas de las agresiones de sus propios hijos e hijas. Discusiones por la hora de llegada a casa, reproches por los malos resultados o por las “malas compañías”, broncas por la retirada de un móvil… Estos y otros problemas son los detonantes que, lamentablemente, terminan con la agresión física de los chicos y chicas hacia sus padres.
Lo cuenta el periódico Información Jerez en una noticia en el que el juez de menores, José Miguel Martínez del Campo, nos alerta de este grave problema que, como triste saldo, registra casi 50 casos de maltrato en sólo tres meses.
“El Juzgado de Menores de Jerez ha abierto desde enero hasta mediados de marzo un total de 46 procedimientos por denuncias por maltrato doméstico habitual en el ámbito familiar, unas cifras que, pese a todo, no reflejan al completo la realidad, ya que son muchos los padres que, por vergüenza u otras razones no se atreven a denunciar a sus hijos en los juzgados pese a ser objeto de agresiones constante. Así lo asegura el juez del Menor, José Miguel Martínez de Campo, que considera “preocupante” estos datos, y las “aficiones” que tienen cada vez más adolescentes de “romper las cosas de la casa, como puertas, microondas en actos de violencia gratuita y luego pegarle a los padres”.
No obstante, más allá de pensar en un perfil que señale a ambientes marginales, los jóvenes denunciados pertenecen a todas las clases sociales. “Está pasando hasta en las mejores familias que tienen a sus hijos en buenísimos colegios”, aclara Martínez del Campo, que subraya la nimiedad de las causas por la que los adolescentes tienen atemorizados a sus progenitores y el resto de la familia. “Ya no es ni porque en un momento dado los padres los hayan castigado sin salir por haber suspendido o por otra circunstancia, sino que hemos tenido juicios en los que el menor ha saltado porque sus padres le habían quitado el móvil”, apunta el magistrado.
Es más, como afirma el juez de menores, más que mirar a capas socioeconómicos inferiores, hay que centrarse en los niños de clase media y media-alta. “La gente más marginada comete delitos contra la propiedad o hurtos y entre estos chavales hay muchos que están enganchados a la droga”, señala.
Además de todos los problemas señalados anteriormente, en los últimos años el Juzgado de Menores también ha detectado una tendencia a la alza en el número de chicas que agreden o protagonizan actos delictivos. De hecho, aunque el porcentaje global apunta a un 85% de varones denunciados frente a un15% de mujeres, la frontera entre ambos sexos cada vez es más estrecha.”
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